Nuestros hijos vivirán peor que nosotros. Es esta una primera conclusión en la que coinciden los analistas. Y también una mayoría de los españoles. Según los estudios del Centro de Investigaciones Pew, el 72% de los ciudadanos en España opina que el futuro financiero de sus hijos será peor que el suyo propio.
Cierta visión pesimista gana terreno mientras se observa cómo las economías desarrolladas avanzan hacia niveles de desigualdad y pobreza que no podrán sostener. Diríase que los países no pueden ser gobernados solo en beneficio del 1%. Una segunda conclusión: urge hacer partícipes de la prosperidad a las clases medias, hoy empobrecidas y airadas.
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